Me encuentro sentada en mi último y más estrepitoso fracaso.
Acabo de chocar contra una pared demasiado dura y demasiado
real, tu ausencia…
Tú te has ido, y ahora mismo esa es mi única realidad, lo
único sólido y certero a lo que desgraciadamente tengo que aferrarme
Te has ido y encima con otra, así, sin más.
Y yo no puedo evitar echar la vista un año atrás y pensar
esa gran frase que vuelve a sonar con fuerza en mi mente…
Con lo que yo he sido
Hoy esa frase es al igual que la soledad, mi actual
realidad.
Ya no soy quien era.
Siempre sospeche que el amor nos cambiaba, pero nunca creí
que a este nivel. Quién jamás ha estado enamorado lo podría llamar falta de
personalidad, pero quien lo ha sufrido sabe de lo que hablo.
Si fueras a un año atrás y me pidieras una definición de mi
misma me hubiera costado, borde, asocial, friki, ignorante era la definición
que te dí a ti una vez. Pero lo cierto es que también añadiría por aquel
entonces lo de difícil de enamorar y sobretodo difícil de querer. Ahora, soy
más políticamente correcta que nunca, tal vez porque tú eras tan bueno con todo
el mundo y yo quería ser como tú. Precisamente tú destruiste algunos de mis
vicios y desmentiste muchos tabús, demostraste que enamorarme era cuestión de
tiempo. Sin embargo reafirmaste mi última definición, siempre dijiste que a ti
quererme te resultaba fácil, pero al final por desgracia y como siempre la
razón la tuve yo.
Ahora vete de nuevo ese año atrás y dime que voy a coger dos
buses en una tarde de viento y lluvia para ver un partido de fútbol. Cuéntame
que me voy a plantar todos los domingos a la salida del Molinón caminando a
contracorriente contra una marea humana de hinchas. Vete y dímelo, veras como
me rio en tu cara.
Me jacto de ser una buena amiga pero siempre pensé que como
novia dejaría mucho que desear. El miedo precisamente a lo que me está pasando,
a sufrir, a quedarme sola, a sentirme abandonada y traicionada creí que me
protegería, que podría revestir con el mi corazón y no entregártelo del todo.
Creí que acabaría perdiéndote por mi egoísmo pero acabe perdiéndome yo por mi
entrega.
Como ya he dicho esto ha sido un fracaso, pero a diferencia
de ti yo puedo presumir de haberlo dado todo por aquella relación de la que
tanto me cuesta hablar en pasado. Puedo presumir de haberte querido
incoherentemente, como tiene que hacerse.
Y tan solo soy capaz de arrepentirme de mi estupidez, de no
haberla visto venir, de no haberme percatado de que te ibas hasta que no te
habías ido del todo.
No puedo arrepentirme sin embargo de nada de lo que hice,
porque no cambio ningún beso, ninguna caricia, ni ningún te amo. Porque
nosotros éramos así, y mientras hubo un nosotros, fuimos perfectos.
Bueno, puestos a arrepentirse también me arrepiento de los
besos que no llegamos a darnos, de los te quiero para los que no encontré
momento, de las bromas que no te gasté… En concreto me arrepiento de un beso y
un bofetón que te ganaste y me quede.
Quizá algún día vuelvas la cabeza atrás y me veas como un
error, pero a mi me queda el consuelo de ser al menos tu primer error, y para
mí tan solo has sido el fracaso del mayor acierto de mi vida.
No quiero ser malinterpretada, como ya dije he asumido que
tu marcha es una realidad y no espero tu vuelta ni mucho menos, sobretodo
porque conozco el motivo principal. El problema es que no puedo evitar pensar
que quizá uno de los problemas que jamás me confesaste fue precisamente este
con lo que yo he sido en el que me encuentro.
Y es que tú me cambiaste, trastocaste todo mi mundo y es
probable que no te gustara el resultado. Desbarataste todos mis planes y
convicciones. Yo no estaba preparada para enamorarme y me vi mentalmente
haciendo planes de boda. Te quería conservar como amigo, y acabé cambiando tu
nombre por cariño y ahora no siendo capaz ni de decirte hola. Quería esperar
para quererte, quería otra fecha en el calendario, y corrí a tus brazos
llenando de catorces mi diario.
Fui por ti lo que jamás esperé. Yo, firme opositora del
fútbol me deje explicar fueras de juego e incluso atendí explicaciones de
partidos que jamás me interesaron. Yo, que tenía planes para todo acabé mandándolos
a la mierda por dormir en sabanas que olían a ti. A mí que nunca me gustaron
los rubios de ojos claros, que siempre fui de morenos de mirada oscura, ahí
andaba, loquita por unos profundos ojos verdes.
Y déjame que te cuente lo más divertido de esta historia… yo
nunca me consideré celosa, tú bien lo sabes, y si no echa memoria atrás y
recuerda lo que costaba ponerme celosa al principio. Creí que sería segura y
confiada, y al final me volví loca por cada chica que te miraba. Dudo que eso
vaya a cambiar de cara al futuro teniendo en cuenta que al final como bien te
encargaste de confirmar, sí tenía de qué preocuparme.
Aquí donde ahora me ve todo el mundo, sola y desamparada, yo
he sido la más orgullosa de las leonas, el problema es que le entregué ese
orgullo a tus prejuicios que tenían forma de expectativas y me desafile las
uñas contra esa espalda que aún me vuelve loca.
Soy capaz de diferenciar la que era antes de ti, prepotente
y fría, y la que fui mientras hubo un nosotros, cálida y cariñosa. Ambas me
parecen personas dignas que no me importaría volver a ser, pero eso es
imposible. El hielo que había en mi corazón antes de ti, lo derretiste con tus
besos, y lo que fue a tu lado te lo llevaste con tu partida.
Y así estoy, sujetando mis pedazos rogando por que el viento
no se lleve ninguno, soñando con que alguien algún día decida volver a unirlos
de un abrazo y pegarlos a besos y sin poder dejar de pensar lo mismo una y otra
vez…
…CON LO QUE YO HE SIDO…
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