sábado, 26 de abril de 2014

Pastillas para no soñar

Hoy escribo desde mi cama, gracias a la magia de la tecnología,por eso esta entrada es más,quizá incluso bastante peor, pero no me lo tengas en cuenta acabo de despertar y la razón aún no guía mis palabras, y vuelvo a hablar de sueños.
Sí,porque he vuelto a soñar con León,pero porque esta vez tú también estabas allí.
Llevo tiempo buscando una excusa para volver a escribirte y siento que sea a través de un sueño con otro protagonista.
Pero es que creo que el sueño derivo de los acontecimientos varios que me ocurrieron ayer.
Quizá ese ¿como estás? De quien veía perfectamente que no estaba bien, o ese abrazo que me hizo llorar como hacía mucho que no lloraba solo por León. Tal vez el hecho de que le hablara de ti,o de que él me hablara de ellos. No te sabría decir que suma exacta dio la fantasía que ocupo mi mente toda la noche y si influyó o no el hecho de ver al mejor amigo de León, o el de tu bordería de broma.
Pero el caso es que León salía,y dos veces. 
Una primera en la que no me saludó,como siempre y tuve que acercarme con descaro a exigir lo que me debe,pero que acabó con él demostrando todo lo que echa de menos. Y otra en la que todo era demasiado doloroso por perfecto.
Él había vuelto a discutir con ella, y se había quedado mirándola, y recordando las 0 veces que discutió conmigo, pensando que a mi nunca me había visto con tanto maquillaje y que siempre le parecí guapa a pesar de ello. Y no había podido más, se había ido y no se como había acabado a mi vera abrazándome y suplicándome. Tampoco tengo constancia de porqué le perdoné. Pero el caso es que todo volvía a ser casi igual que a principios de Diciembre. Para acabar la velada quisimos volver al lugar donde nos sentimos el uno del otro por última vez. Tuve que mentir y liar mil cosas para ir hasta allí al decidir no ir juntos para evitar que nos vieran y todos dejaran de hablarme. Pero a lo que voy, a lo que a ti te importa o debería de importarte es que antes de ir corriendo a los brazos del que aún es el hombre de mi vida...fui a verte.
Tú no me viste y yo te llamé. Verme allí te sorprendió casi tanto como a mí tu fría cordialidad. Había una chica mirándonos y mientras me acariciabas el pelo me explicaste que si ella nos veía ya no habría secreto que valiese,yo asentí y  apunté varios besos en tu cuenta. Después me fui corriendo a arrojarme a los brazos de León despertando en el instante en que nuestros labios se rencontraban tras tanto tiempo.
Yo de aquí saco mucho más en claro y un mensaje más positivo que del anterior sueño en el que yo simplemente era la tentación de León.
Lo primero que como ya dije ayer,yo lo intento pero él no sale de mi cabeza ni con lanzallamas.Yo no puedo borrar 4 años con unos cuantos vodkas y un par de besos.
Y lo segundo y más importante,estás ganando terreno en mi cabeza y en mi corazón, aunque él siga siendo amo y señor,aunque platónico se halla atrincherado en su esquinita y no piense salir u ocupar más porque ni sabe que está ahí ni le interesaría; tú vas invadiendo.
No es la primera vez que eres figurante en mis sueños pero si la primera que ese hecho despierta algo en mí.
Me parece que aunque no me estés enamorando, me tienes un poquito más cada día. Si no no explico porque algunas de tus pullitas se sienten puñales, siento que camino sobre hielo en cada cosa que digo y de un sueño en el que recupero a mi teórica alma gemela solo le doy vueltas a tu beso en la frente. Sé lo mucho que me jodería perderte a pesar de que esto no vaya más allá de lo que es ahora mismo, un poco de aire en nuestra tensión que aumenta a diario y que en algún momento explotará.
Lo sé,soy terriblemente repetitiva pero es que igualmente tú no eres de los que pilla indirectas y sutilezas,por eso te grito metafóricamente desde este rincón que nunca querrás leer.
Ya está, solo era eso, que hoy me he levantado preguntándome lo mismo que el maestro...
¿Dónde venden pastillas para no soñar?

domingo, 20 de abril de 2014

Sábado...

Sí, lo sé, hoy es Domingo y ni debería estar escribiendo esto ni subiendo entrada hoy.
Pero es que esos pequeños ángeles que me aguantan, hoy tienen obligaciones, y ha sido un milagro que sobreviviera a esta semana santa, por eso hoy va entrada, por tres, por león evidentemente, por quien ya se ha ganado el cargo de platónico y por ese a quién todavía no consigo definir.

Acabo de caer en que siempre me arrojo a sus brazos después de ver a León, ya sea en mis sueños o en la realidad, pero siempre acabo necesitada de algo que me aferre al presente.

El caso es que no voy a delirar sobre esta semana de locos, solo sobre el día de ayer…

Sábado, a las seis y media llego tarde a ver a dos de mis ángeles.
El repentino cambio de clima no augura un buen día, pero como él dice, es sábado ¿qué más importa?
Mando callar al maestro, y uno de sus discípulos está sonando dentro del bar haciendo que llegue a la mesa tarareando.
Casi me apetece decirle a la camarera “lo de siempre”, pero por más que venimos no consigo que me esperen ya con el batido de chocolate y los barquillos servidos.
No digo nada me limito a hacer comentarios inaudibles, sobre esos problemas que se suponen rondan mi cabeza, eliminando a león de la ecuación, no dándole importancia a platónico, hablando de indefinible como si hubiera un futuro para nosotros y fingiendo que el diez de Mayo no me asusta.
Me encantan estos momentos en los que mi vida parece un capítulo de friends.
Lleno mi estómago con comida que no me apetece para no sentirme culpable horas después, y mientras le saco poco a poco las novedades a nuestra pequeña embustera. 
Hoy retirada pronto, que la noche es joven.
A casa con mi angelita fiestera, a ponerme a su altura y vestirme para bailar, o matar, o lo que se nos ponga por delante.
Como siempre demasiado temprano llegamos al bar, una mala mirada y un comentario despectivo ya me sacan una sonrisa, y para que me odien un poquito más me quito la chaqueta. La  temperatura de los bares esta hecha para mí, y la música de este en concreto es algo que nunca creí que encontraría.
Es bastante incómodo salir solo dos, pero no podemos hacer nada más que ignorar el hecho de que las mesas están hechas para gente con más amigos fiesteros y compartir nuestro vodka entre risas, mientras hacemos tiempo para ir a un bar donde la música sea más del agrado de mi compañera y yo pueda saltar sin importarme que esté sonando.
La lluvia trata de arruinar la noche, pero solo consigue ponerla de los nervios por el pelo, y entonces sucede el primer incidente de la noche. La puerta cerrada y León demasiado cerca.
Ignoro absolutamente todo, y le recrimino por no saludar recordándome que quizá no sepa que me molesta porque no me lee.
De hecho, apenas me ve, y se disculpa por eso. Yo me pregunto como es posible, teniendo en cuenta la hora, y su situación, pero esta vez actuamos de modo civilizado.
Dejavus enormes cuando se acerca y me coge de la cintura, una gran duda cuando le da por preguntarme como estoy. Al final como siempre, yo incapaz de mentirle contándole que voy tirando y sonriendo por sus ojos de preocupación.
Queremos decirnos mucho más, pero las palabras mueren en los labios de ambos cuando el mundo decide dejar de funcionar por el hecho de que nosotros nos estemos tocando. Todo estalla, e internamente me rio mientras ella me saca de allí, y el se queda en medio del caos.
Ahora, sigo realmente intrigada con qué pudo pasar realmente ayer, porque juro que no hice nada que no tenga intención de volver a hacer.
La noche siguió como siguen tantas cosas que no tienen sentido, porque aunque León quizá no lo sepa, las cosas siguen adelante cuando él se va.
Y ahí andábamos, arcos arriba, arcos abajo, mi angelita y yo buscando un sitio abierto, ni vacío ni lleno y sin cola que la hiciera mojarse el pelo. Ella pretendiendo encontrar sin buscar, y yo mirando a ver si algún ángel más se anima a acompañarnos.
Mucho conocido por la zona, pero pocos amigos.
Platónico a una distancia indeterminada, pero demasiado cerca como para que yo esté cómoda.
Al final, el desbarajuste que aunque no sabe me mantiene con pie, hace su aparición estelar, no puedo evitar contarle lo que estoy contando ahora, y en cuanto me agarra de la cintura, con dos manos porque a diferencia de León él aún no ha empezado a beber, se me olvida todo.
Y después, como diría el maestro ¿Para qué más detalles?
Cerramos la noche contentos, y angelita sigue hablándome mientras nos confesamos delante de un malibú bien fresquito.
Resumen del día positivo, aunque la cabeza demasiado llena y el corazón con una herida aún sangrante.


Y con todo esto…¿Cómo estás?... Voy tirando 

viernes, 11 de abril de 2014

He soñado contigo...

Me siento al teclado hoy viernes, recién levantada, habiendo vuelto ayer de un viaje y con un punzante dolor en el pecho.
Tú, león, estás muy lejos de aquí, paseando por las calles por las que yo paseé pensando en ti con ella. Pero no es para hablar de eso para lo que me he saltado de nuevo la regularidad.
Como Blogger debería esperar a subir esto mañana, y subir primero la entrada que por problemas técnicos y de tiempo está a medio pasar, pero es que ha sucedido algo raro y creo que va a suceder algo aún más raro y algo me dice que mañana de tener tiempo a hacer algo decente el tema sería otro. Por eso esto corre tanta urgencia que ni siquiera ha pasado los filtros del papel.

El caso es que he soñado contigo y he despertado buscándote, empapada en sudor y con lágrimas en los ojos.
No sé muy bien que hacías en la cola de ese burguer, ni me fije bien quien te acompañaba, solo sé que no era ella.
El impulso de bajarme del coche para correr a tus brazos fue demasiado irrefrenable, y la sorpresa cuando corriste hacia mi nada más verme y me alzaste me hizo recordar lo que era el significado de felicidad.
Tu risa resonó en mis oídos y en mi alma cuando te hable de la sorpresa qué suponía que me saludaras y que hasta pareciera que te alegrabas de verme.
He de admitir que no recuerdo todas las palabras que cruzamos porque estaba demasiado fascinada porque tus ojos me brillaban con la luz de siempre y tus manos destruían  todas las convicciones que he intentado forjar en estos meses simplemente rozando mis caderas.
Sé que hubo pullas, que hablamos de ella, y que yo me mordí la lengua para no preguntarte si habías visto el final de cómo conocí a vuestra madre.
También hablamos de nostalgia, y de tiempo. Del tiempo que hacía que no me cogías en brazos, de lo mucho que llevábamos sin vernos, sin hablarnos y sin sentirnos. Tú llevabas menos tiempo sin algunas cosas que yo, pero tu piel echaba de menos mis mordiscos aunque no lo admitieras. Acabé hablándote del tiempo que ha pasado desde el 4 de Enero y ahí te desarmé león. Reíste diciendo lo mala que soy, y lo poco que había cambiado a pesar de todo, y vi algo arder en tu mirada, una especie de rencor, no sé hacía quién, una pasión oculta. Vi que para ti había pasado el mismo tiempo desde ese día, vi que el león había vuelto a su jaula.
Como han pasado un par de horitas desde que lo soñé no recuerdo que más me dijiste, pero tengo grabado a fuego como me quejé de lo raro que se me hacía besar tus mejillas, y tu mirada cuando adivinaste mis intenciones. Tengo grabado el hecho de que no me detuvieras, de que no te apartaras.
Te besé león, esta noche te besé, y te gustó.
Había un pequeño punto de culpabilidad en tus ojos pero en cuanto mordí tu labio sé a ciencia cierta que olvidaste hasta su nombre, que mentalmente volviste al 12 de Enero y que hubieras dado todo por estar conmigo para siempre.
Como dice Lorca, por educación será mejor no dar detalles. Pero seguro que no hace falta que te los dé para que adivines como siguió aquello, que la ropa voló y terminaste siendo mío.
El sueño siguió un poco, pero el final fue una discusión en la que ninguno de los dos se comportó como debería, y que mantuvimos a centímetros por lo que no voy a contarla.

El caso es que este sueño ha removido todo mi ser, me ha aclarado unas cosas y difuminado otras.

Primero, sé que no sigo enamorada de ti, lo cuál es en parte un alivio, aunque deje un vacío en mi pecho aún más grande que el que produce quererte y no tenerte.
¿Por qué afirmo esto categóricamente si me he pasado la noche suspirando entre tus brazos y me he despertado llorando porque no eras mi almohada?
Porque disfruté tremendamente viendo como la traicionabas. Porque sentí placer ante la idea de ser quién acabara con lo vuestro. Porque me recreé en la idea de que ella lo descubriera y te dejara tan sólo y desamparado como tú me dejaste a mí.
Y cuando amas a una persona no disfrutas ante la idea de que sufra y menos de que el sufrimiento lo provoques en cierto modo tú.
Por eso sé que la fase de: “suerte, sé feliz con ella” se me ha pasado, y me alegro.
No me malinterpretes, no deseo tu mal en general, quiero que seas terriblemente feliz, incluso deseo que no lo seas conmigo, pero tampoco con ella, entiéndelo.

Segundo, tampoco has dejado de importarme tanto como creía, porque te deseo de un modo que temo no desaparezca nunca, y te sigo queriendo demasiado, algo que es tremendamente destructivo para mí.

Y tercero, y peor de todo. Sigues teniendo poder sobre mí, sigues alterándome y desbaratando mis planes aunque ya no te influyan, aunque mi vida te haya pasado ha importar una puta mierda.

Porque yo hoy tenía unos planes y ya estaba suficiente nerviosa ante la idea de verle a él, y ya tenía bastantes dudas ante la idea de no pararme a pensar más y echarme a la carretera en busca del destino que pueda ofrecerme por fugaz que este sea. Y ahora a eso tengo que sumarle tu maldito recuerdo que se ha instalado en mis entrañas y me dificulta la respiración. Hoy, en el día menos indicado, cuando me confirmarán si 10 de Mayo sigue siendo mi objetivo y en el que quizá consiga desterrarte un poquito más de mi mente. En esta semana en la que se me han pasado demasiadas cosas por la cabeza, y tú has sido mi menor preocupación.
Y es que me has jodido, esta semana yo me sentía grande, importante, una diosa por motivos que hoy no voy a compartir pero que quizás te cuente algún día. Pero al cogerme de la cadera y recordarme lo diminuta que era entre tus brazos, y lo insignificante que sigo siendo ahora… todo se me tambalea.

No sé que me depara el hoy, pero sí que necesitaba contarte que mi mundo tiembla por tu simple recuerdo, que me gusta pensar que de vez en cuando también me sueñas y me sufres aunque sea un minuto y que puede que mañana sea demasiado tarde porque tu recuerdo sea lo menos importante.