viernes, 11 de abril de 2014

He soñado contigo...

Me siento al teclado hoy viernes, recién levantada, habiendo vuelto ayer de un viaje y con un punzante dolor en el pecho.
Tú, león, estás muy lejos de aquí, paseando por las calles por las que yo paseé pensando en ti con ella. Pero no es para hablar de eso para lo que me he saltado de nuevo la regularidad.
Como Blogger debería esperar a subir esto mañana, y subir primero la entrada que por problemas técnicos y de tiempo está a medio pasar, pero es que ha sucedido algo raro y creo que va a suceder algo aún más raro y algo me dice que mañana de tener tiempo a hacer algo decente el tema sería otro. Por eso esto corre tanta urgencia que ni siquiera ha pasado los filtros del papel.

El caso es que he soñado contigo y he despertado buscándote, empapada en sudor y con lágrimas en los ojos.
No sé muy bien que hacías en la cola de ese burguer, ni me fije bien quien te acompañaba, solo sé que no era ella.
El impulso de bajarme del coche para correr a tus brazos fue demasiado irrefrenable, y la sorpresa cuando corriste hacia mi nada más verme y me alzaste me hizo recordar lo que era el significado de felicidad.
Tu risa resonó en mis oídos y en mi alma cuando te hable de la sorpresa qué suponía que me saludaras y que hasta pareciera que te alegrabas de verme.
He de admitir que no recuerdo todas las palabras que cruzamos porque estaba demasiado fascinada porque tus ojos me brillaban con la luz de siempre y tus manos destruían  todas las convicciones que he intentado forjar en estos meses simplemente rozando mis caderas.
Sé que hubo pullas, que hablamos de ella, y que yo me mordí la lengua para no preguntarte si habías visto el final de cómo conocí a vuestra madre.
También hablamos de nostalgia, y de tiempo. Del tiempo que hacía que no me cogías en brazos, de lo mucho que llevábamos sin vernos, sin hablarnos y sin sentirnos. Tú llevabas menos tiempo sin algunas cosas que yo, pero tu piel echaba de menos mis mordiscos aunque no lo admitieras. Acabé hablándote del tiempo que ha pasado desde el 4 de Enero y ahí te desarmé león. Reíste diciendo lo mala que soy, y lo poco que había cambiado a pesar de todo, y vi algo arder en tu mirada, una especie de rencor, no sé hacía quién, una pasión oculta. Vi que para ti había pasado el mismo tiempo desde ese día, vi que el león había vuelto a su jaula.
Como han pasado un par de horitas desde que lo soñé no recuerdo que más me dijiste, pero tengo grabado a fuego como me quejé de lo raro que se me hacía besar tus mejillas, y tu mirada cuando adivinaste mis intenciones. Tengo grabado el hecho de que no me detuvieras, de que no te apartaras.
Te besé león, esta noche te besé, y te gustó.
Había un pequeño punto de culpabilidad en tus ojos pero en cuanto mordí tu labio sé a ciencia cierta que olvidaste hasta su nombre, que mentalmente volviste al 12 de Enero y que hubieras dado todo por estar conmigo para siempre.
Como dice Lorca, por educación será mejor no dar detalles. Pero seguro que no hace falta que te los dé para que adivines como siguió aquello, que la ropa voló y terminaste siendo mío.
El sueño siguió un poco, pero el final fue una discusión en la que ninguno de los dos se comportó como debería, y que mantuvimos a centímetros por lo que no voy a contarla.

El caso es que este sueño ha removido todo mi ser, me ha aclarado unas cosas y difuminado otras.

Primero, sé que no sigo enamorada de ti, lo cuál es en parte un alivio, aunque deje un vacío en mi pecho aún más grande que el que produce quererte y no tenerte.
¿Por qué afirmo esto categóricamente si me he pasado la noche suspirando entre tus brazos y me he despertado llorando porque no eras mi almohada?
Porque disfruté tremendamente viendo como la traicionabas. Porque sentí placer ante la idea de ser quién acabara con lo vuestro. Porque me recreé en la idea de que ella lo descubriera y te dejara tan sólo y desamparado como tú me dejaste a mí.
Y cuando amas a una persona no disfrutas ante la idea de que sufra y menos de que el sufrimiento lo provoques en cierto modo tú.
Por eso sé que la fase de: “suerte, sé feliz con ella” se me ha pasado, y me alegro.
No me malinterpretes, no deseo tu mal en general, quiero que seas terriblemente feliz, incluso deseo que no lo seas conmigo, pero tampoco con ella, entiéndelo.

Segundo, tampoco has dejado de importarme tanto como creía, porque te deseo de un modo que temo no desaparezca nunca, y te sigo queriendo demasiado, algo que es tremendamente destructivo para mí.

Y tercero, y peor de todo. Sigues teniendo poder sobre mí, sigues alterándome y desbaratando mis planes aunque ya no te influyan, aunque mi vida te haya pasado ha importar una puta mierda.

Porque yo hoy tenía unos planes y ya estaba suficiente nerviosa ante la idea de verle a él, y ya tenía bastantes dudas ante la idea de no pararme a pensar más y echarme a la carretera en busca del destino que pueda ofrecerme por fugaz que este sea. Y ahora a eso tengo que sumarle tu maldito recuerdo que se ha instalado en mis entrañas y me dificulta la respiración. Hoy, en el día menos indicado, cuando me confirmarán si 10 de Mayo sigue siendo mi objetivo y en el que quizá consiga desterrarte un poquito más de mi mente. En esta semana en la que se me han pasado demasiadas cosas por la cabeza, y tú has sido mi menor preocupación.
Y es que me has jodido, esta semana yo me sentía grande, importante, una diosa por motivos que hoy no voy a compartir pero que quizás te cuente algún día. Pero al cogerme de la cadera y recordarme lo diminuta que era entre tus brazos, y lo insignificante que sigo siendo ahora… todo se me tambalea.

No sé que me depara el hoy, pero sí que necesitaba contarte que mi mundo tiembla por tu simple recuerdo, que me gusta pensar que de vez en cuando también me sueñas y me sufres aunque sea un minuto y que puede que mañana sea demasiado tarde porque tu recuerdo sea lo menos importante.

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