Sí, lo sé, hoy es Domingo y ni debería estar escribiendo
esto ni subiendo entrada hoy.
Pero es que esos pequeños ángeles que me aguantan, hoy
tienen obligaciones, y ha sido un milagro que sobreviviera a esta semana santa,
por eso hoy va entrada, por tres, por león evidentemente, por quien ya se ha
ganado el cargo de platónico y por ese a quién todavía no consigo definir.
Acabo de caer en que siempre me arrojo a sus brazos después
de ver a León, ya sea en mis sueños o en la realidad, pero siempre acabo necesitada
de algo que me aferre al presente.
El caso es que no voy a delirar sobre esta semana de locos,
solo sobre el día de ayer…
Sábado, a las seis y media llego tarde a ver a dos de mis
ángeles.
El repentino cambio de clima no augura un buen día, pero como
él dice, es sábado ¿qué más importa?
Mando callar al maestro, y uno de sus discípulos está
sonando dentro del bar haciendo que llegue a la mesa tarareando.
Casi me apetece decirle a la camarera “lo de siempre”, pero
por más que venimos no consigo que me esperen ya con el batido de chocolate y
los barquillos servidos.
No digo nada me limito a hacer comentarios inaudibles, sobre
esos problemas que se suponen rondan mi cabeza, eliminando a león de la
ecuación, no dándole importancia a platónico, hablando de indefinible como si
hubiera un futuro para nosotros y fingiendo que el diez de Mayo no me asusta.
Me encantan estos momentos en los que mi vida parece un
capítulo de friends.
Lleno mi estómago con comida que no me apetece para no
sentirme culpable horas después, y mientras le saco poco a poco las novedades a
nuestra pequeña embustera.
Hoy retirada pronto, que la noche es joven.
A casa con mi angelita fiestera, a ponerme a su altura y
vestirme para bailar, o matar, o lo que se nos ponga por delante.
Como siempre demasiado temprano llegamos al bar, una mala
mirada y un comentario despectivo ya me sacan una sonrisa, y para que me odien
un poquito más me quito la chaqueta. La
temperatura de los bares esta hecha para mí, y la música de este en
concreto es algo que nunca creí que encontraría.
Es bastante incómodo salir solo dos, pero no podemos hacer
nada más que ignorar el hecho de que las mesas están hechas para gente con más
amigos fiesteros y compartir nuestro vodka entre risas, mientras hacemos tiempo
para ir a un bar donde la música sea más del agrado de mi compañera y yo pueda
saltar sin importarme que esté sonando.
La lluvia trata de arruinar la noche, pero solo consigue
ponerla de los nervios por el pelo, y entonces sucede el primer incidente de la
noche. La puerta cerrada y León demasiado cerca.
Ignoro absolutamente todo, y le recrimino por no saludar
recordándome que quizá no sepa que me molesta porque no me lee.
De hecho, apenas me ve, y se disculpa por eso. Yo me
pregunto como es posible, teniendo en cuenta la hora, y su situación, pero esta
vez actuamos de modo civilizado.
Dejavus enormes cuando se acerca y me coge de la cintura,
una gran duda cuando le da por preguntarme como estoy. Al final como siempre,
yo incapaz de mentirle contándole que voy tirando y sonriendo por sus ojos de
preocupación.
Queremos decirnos mucho más, pero las palabras mueren en los
labios de ambos cuando el mundo decide dejar de funcionar por el hecho de que
nosotros nos estemos tocando. Todo estalla, e internamente me rio mientras ella
me saca de allí, y el se queda en medio del caos.
Ahora, sigo realmente intrigada con qué pudo pasar realmente
ayer, porque juro que no hice nada que no tenga intención de volver a hacer.
La noche siguió como siguen tantas cosas que no tienen sentido, porque aunque León quizá no lo sepa, las
cosas siguen adelante cuando él se va.
Y ahí andábamos, arcos arriba, arcos abajo, mi angelita y yo
buscando un sitio abierto, ni vacío ni lleno y sin cola que la hiciera mojarse
el pelo. Ella pretendiendo encontrar sin buscar, y yo mirando a ver si algún
ángel más se anima a acompañarnos.
Mucho conocido por la zona, pero pocos amigos.
Platónico a una distancia indeterminada, pero demasiado
cerca como para que yo esté cómoda.
Al final, el desbarajuste que aunque no sabe me mantiene con
pie, hace su aparición estelar, no puedo evitar contarle lo que estoy contando
ahora, y en cuanto me agarra de la cintura, con dos manos porque a diferencia
de León él aún no ha empezado a beber, se me olvida todo.
Y después, como diría el maestro ¿Para qué más detalles?
Cerramos la noche contentos, y angelita sigue hablándome mientras nos confesamos delante de un malibú bien fresquito.
Cerramos la noche contentos, y angelita sigue hablándome mientras nos confesamos delante de un malibú bien fresquito.
Resumen del día positivo, aunque la cabeza demasiado llena y
el corazón con una herida aún sangrante.
Y con todo esto…¿Cómo estás?... Voy tirando
No hay comentarios:
Publicar un comentario