viernes, 20 de marzo de 2015

Como yo a ti te sueño no había soñado nunca

He soñado contigo. Vale, ni es novedad que te sueñe ni eres el primer hombre con el que sueño, estamos de acuerdo. Pero como todo contigo, esta vez ha sido distinto.

No he soñado que nos queríamos, que nos besábamos y que nos amábamos hasta el amanecer, no. No era una escena de estas idílicas de película. Ni siquiera aparecías corriendo a buscarme a algunos de esos sitios en los que una parte de mí aún espera verte aparecer. No. Era un sueño, es algo que por desgracia nunca pasará pero ha sido tan verosímil que me he despertado feliz, porque parecía realidad, y mi cerebro ha tardado unos segundos en darse cuenta de que no, de que todo había sido un sueño.

Era muy real. Tú y yo quedábamos para esa charla que tenemos pendiente, y al fin me resolvías los motivos por los que no te tengo a mi lado, por los que llevo tanto sin besarte, por los que no puedo verte ya tanto como querría. Me contabas el problema y lo razonábamos. Hablábamos como adultos. Vale, quizá esa parte refiriéndonos a ti y a mi que somos dos niños demasiado grandes que no acaban de asumir que Nunca Jamás y Gijón no son el mismo lugar, fuera algo ficticia; pero hemos pasado por situaciones seria y sé que podemos resolver los conflictos como adultos.  El caso es que hablamos, y llegamos a la conclusión de que no mientes cuando me dices que me quieres, que yo aún estoy dispuesta a hacer cualquier cosa porque sigo enamorada de ti. 
No lo arreglamos, no acabamos como si nada hubiera sucedido queriéndonos a gritos en algún rincón, ni colgamos por todas partes carteles con lo mucho que nos amábamos. Pero hablábamos, y decidíamos eso que yo pienso y que tú parece que has dejado de pensar. Que no será fácil, pero que merece la pena, que tú y yo somos increíbles (tú un poco más) y que lo intentaremos. 

Porque el amor no debe dejarse al primer tropiezo. Dos personas que se quieren pueden con todo. Incluso en estos días en los que todo es de usar y tirar. Tú deberías entenderlo mejor que nadie. 

Y puede que cuando ese día se produzca de verdad desmanteles todos mis argumentos, y yo me muera aún más de dolor por haberte perdido completamente. Pero dudo que así sea. Porque te quiero. Y yo cuando quiero lo hago en serio, lo hago hasta el final y lo hago con todas las consecuencias.
Aunque no queden oportunidades, aunque no tenga que hacer, aunque haga el ridículo más espantoso cada vez que te pido un abrazo y me quedo más tiempo del debido abrazada a ti. No tengo esperanzas absurdas e irreales a nivel consciente, pero nueve años de lecciones de amor no han sido en vano, y por mucho que pase, por mucho que nos pase, ten por sentado que al menos con una parte de mí siempre estaré dispuesta a robar una trompa francesa azul, que cualquier día me planto con una bajo tu ventana. 

No dejaré de soñar contigo, ya sea dormida o despierta, aunque después la realidad me deje sin aire el resto del día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario