sábado, 8 de marzo de 2014

Con lo que hemos sido

Tengo muchas cosas en la cabeza, demasiado desorden sentimental y un corazón que late desacompasado.
Debería centrarme en algún otro de mis muchos problemas pero tras nuestro último…encuentro, si es que se puede llamar así y después de soñarte toda la semana mi mente grita principalmente por ti y no consigue desterrarte como la semana anterior.

El caso es que conozco muchas personas que fueran en su día los seres más felices del mundo juntos, que se quisieron con locura y ahora se vuelven locos si tienen que compartir espacio vital porque se odian. Al menos el odio es un sentimiento, y uno intenso además, no se quieren ni ver pero no se pueden olvidar, se piensan, muy mal, pero lo al menos no destierran al otro de su mente.
Yo no consigo, ni conseguiré, ni quiero conseguir ese punto. Quizá porque en realidad jamás hemos discutido, quizá porque aún te quiero más de lo que debería, yo que sé. El caso es que gracias al cielo no siento odio hacia ti. Pero sin embargo si soy capaz de concebir la idea de que alguien que siente un amor muy intenso, como el que yo te procesaba por ejemplo, pase a sentir el más profundo de los odios. Y es que, un corazón no puede vaciarse sin más. Cuando una persona es tu pensamiento las 24 horas del día puedes tratar de cambiar lo que piensas de ella pero no dejar de pensarla así como así. O al menos eso es lo que creo yo.

Pero esos no son de los que te quiero hablar hoy, porque no me preocupa que nos convirtamos en ellos, si no me odiaste cuando debías dudo que te vayas a poner a odiarme ahora, y si yo no te odio ya, dudo que lo consiga en el futuro. Hoy quiero hablarte de algo que no entiendo. De aquellos que fingen no conocerse.
No los asimilo, conozco bastantes y no soy capaz de empatizar con su situación. Me sienta peor una expareja que ni se mira a los ojos que una que lo hace con rencor.
Hay quien dice que son rupturas más limpias, pero yo no me lo creo.

Te confesaré una de esas cosas que no debería contar y que a ti no te importan: Aún sigo usando el posesivo cuando hablo de ti. Seguramente tú ni hables de mí, y si te ves obligado a mencionarme me llames por el nombre de pila o vete tu a saber como. Pero yo me refiero a ti como mío. Ya sea mi ex si con quien hablo no te conoce, mi león en caso de estar nostálgica en ese momento o mi gilipollas los días que dueles demasiado, pero no te quito el mi. Porque pase lo que pase, aunque estés con otra, aunque estuvieras solo, aunque la vida de todas las vueltas que quiera o se detenga indefinidamente, un día fuiste mío, y una parte de tu pasado, de lo que fuiste y de lo que eres, siempre me pertenecerá. Por eso aquellos que se llaman por su nombre, y evitan cualquier tema de conversación relacionado con a quién un día llamaron mi amor; renunciando a ese derecho de apoderarse y dejar constancia del pasado que compartieron, me parecen mal. Me ofenden.
Se encuentran por las esquinas, y no se dicen ni hola, se esconden. Rehuyen las miradas. Como si sus labios no se conocieran, como si sus pieles no se supieran de memoria el tacto de la otra. Como si nunca hubieran sido uno.

Por eso desde aquí te grito hoy. Ni se te ocurra no saludarme. No vuelvas a esconderte de mí.  No seamos de esos, por favor, tú y yo siempre fuimos distintos. Jamás nos pedimos salir, nunca nos hemos echado cosas en casa. Nos quisimos de la forma más bonita e intensa posible, y no nos merecemos el olvido.
Así que la próxima vez que me veas bésame. Da igual con quien estés, no esperes que sea ella la que considere inapropiado que no lo hagas, ignora que con quien yo esté consideré inapropiado que lo hagas. Tú solo acércate a mí y bésame. No te estoy pidiendo mucho, solo un leve roce en la mejilla. Preferiblemente háblame también, dos palabras sirven, no necesito más. Tan sólo actúa como yo.
Varias veces me repetiste aquello de que querías que ahora que ya no podemos ser amantes, recuperáramos la  inmensa amistad que nunca llegamos a perder. Así que la próxima vez que me veas recuerda que cuando te encuentras con un amigo, le saludas, no te escondes detrás de ella.
Hace mucho me dijiste que era una de las personas que más querías y temías, pero te has pasado demasiado jactándote de gryffindor, así que saca valor, que debería caérsete la cara de vergüenza de que ella sea más educada conmigo que tú.

Sé que como de costumbre no estas leyendo esto, pero si llegas a enterarte tómatelo como esa orden que nunca me desobedeciste. Esa que solía darte llorando.
Abrázame

Porque hoy la frase que retumba en mi cabeza no es por mí, ni por ti, si no por los dos.
Con lo que hemos sido.

Con lo que nos costaba decirnos adiós. Lo que fuimos un día no merece que ahora dejemos de decirnos “hola”.
Por nuestra memoria. Por la de nuestra piel. Porque la mía ya jamás olvidará la de tus labios. Por los deja-vus que espero haberte provocado cuando volviste a sentirme tan cerca.
Parate un segundo a pensar que ocupaba tu mente esos segundos, porque no te creeré si me dices que no te resultó familiar la sensación de tu mano erizando mi piel desnuda. Atrévete a negar que la situación no fue tan distinta a cuando antes de ser tuya aparecía de la nada, te besaba, saludaba y desaparecía antes de que te diera tiempo a nada.

No necesito saber que cara pusiste, o que excusa diste cuándo te dijeron porque no ibas a saludarme. Tampoco sé si oíste las palabras de reproche que te susurre. Pero poco importa.

Espero que no te molestara que no la saludara, ya me han informado de su posición al respecto, y lamentablemente cada vez puedo llevarle menos la contraria. Pero esos segundos eran nuestros, así que mejor que las cosas sigan igual, porque no pienso olvidarte y de este modo te ahorras explicárselo.

No malinterpretemos. Te superaré. Pero jamás nos dejaré ser de esos que se ven con sus amigos o nuevas parejas y no se saludan. Jamás nos dejaré ser como el resto. Te comportes como te comportes. Yo pienso seguir actuando igual. Deberías saludarme, pero si no ten por sentado que igualmente no te librarás del encuentro incómodo, así que al menos trata de quedar bien. Porque aunque tengo que vivir con lo que yo he sido, no puedo evitar pensar en lo que tu has sido, y aunque tú y yo hayamos sido mucho más no permitiré que un día me mires de lejos dudando cuál era mi nombre. Porque no nos merecemos eso.


No con lo que tú y yo hemos sido…

No hay comentarios:

Publicar un comentario