Hoy lo primero que tengo que hacer es pedirte perdón, porque
aunque te escriba a ti aún sigo pensando demasiado en él, sigo escribiéndole
más que a ti, y todo esto es una excusa para sentir que no se ha ido del todo,
porque aún sigo queriéndole. Si tú o él leyerais esto, notareis lo mucho que me
cuesta hablar en pasado de nosotros y en presente de ti, lo difícil que me
resulta llamar “él” a quién hasta hace poco era parte de mí.
Por eso perdón. También quiero pedírtelo porque después de
hoy pienso seguir escribiendole a él. Quiero que me perdones, porque aunque
ninguno me lea, aunque a ninguno le importe yo necesito disculparme. Porque hoy
a pesar de que me queda mucho que decirle necesito hablar contigo, bueno
escribirte a ti.
Si te enteraras y llegaras a leer estas líneas me sentiría
mucho más ridícula que si él lee todo lo que le llevo dedicado, porqué sé que
tú no eres de cartas manuscritas en sobre cerrado confesando sentimientos.
No te conozco del todo, aún me queda mucho por descubrir,
pero algo me dice que eres más de los de tontear hasta dejar tonta, de los que
no implican ni dejan nada claro, de los que no sabes hasta donde tomar en
serio. Por esa razón me obligo a leerte flojito, no sea que acabe tomándome
demasiadas ilusiones.
Explicarte eso es también uno de los motivos que me han
llevado a estar escribiendo hoy para ti y no para él.
Sé que no tienes ni idea pero desde que él es un tema tabú a
mí alrededor del que solo puedo hablar yo ganándome malas miradas tú te has
convertido en el favorito que me tiene siempre sacada de quicio. No sé si es
por eso o por nuestras poco cuerdas y serias charlas pero cada vez ocupas mas
espacio en mi mente. Quizá influya que no quiero pensar en el porque me pongo a
llorar y últimamente tú no haces más que sacarme sonrisas.
Me veo por eso y por más cosas en la obligación de pararme a
pensar, y no quiero. Conozco esta situación, he estado antes en este punto
aunque en condiciones demasiado distintas. Ahora es el tiempo de los, No, en realidad no me gusta. ¿Cómo puedo plantearme algo con él? Por
favor, somos demasiado distintos. Es imposible que sea él. No habrá final
feliz. Y es que déjame advertirte que aunque él me rompiera el corazón y se
marcara el firme propósito de demostrarme lo contrario yo creo en el hombre de
mi vida, creo en el príncipe, el amor y los finales felices. Partiendo de esto
tengo que tener mucho cuidado con mis miedos y mis ilusiones, porque si creo
demasiado en la gente sé que acabaré mal.
Ya te expliqué esto uno vez, soy predecible y no me gusta
que me conozcan en exceso. Básicamente eso te vuelve vulnerable y tú que has
peleado contra mí sabes que odio esta en situación vulnerable.
Dicho todo esto y antes de reflexionar quiero darte además
las gracias, porque acabe donde acabe esta locura que soy ahora, tú sin querer
y sin saber me estas demostrando que los corazones rotos también laten. Me has
mostrado que al menos puedo volver a ese estado previo al enamoramiento en el
que mides tus palabras con un leve temblor en los dedos al escribirlas, en las
que cada broma se analiza hasta sacar conclusiones, como tú dices, de un
ladrillo. Ese estado en el que no somos nada pero podríamos acabar siendo de
todo.
No te voy a mentir, tal y como yo lo veo tú y yo vamos a
acabar mal. Pero tú tranquilo que no pienso evitarlo. Estoy lo suficientemente
cerca del fondo como para que hundirme unos metros más o menos no suponga
demasiada diferencia.
El problema es que tenemos demasiadas opciones de cómo
acabar, y ninguna buena.
Podríamos seguir como hasta ahora indefinidamente, quizá no
sea la más satisfactoria, pero si la más segura. Continuar dándonos cariño y
siendo ese alguien a quien dar las buenas noches del otro, fingiendo que solo
queremos reírnos un rato.
Las posibilidades de que eso sea sostenible son pocas y eso
me preocupa porque podemos acabar desembocando en que a mí se me olvide leerte
flojito, se me vaya la pinza y te crea demasiado los piropos, acabando loquita
por tus huesos sintiéndome demasiado estúpida por la amplitud de la sonrisa que
me provocan tus buenas noches
También podemos pararnos a pensar seriamente en que es lo
que queremos cada uno, dejarnos de tonterías. Tú confiesas que solo quieres
arrancarme la ropa y yo te soy sincera y te digo que yo solo quiero que me la
arranques.
Dudo que eso nos llevara a ningún sitio, bueno, puede que a
la cama, pero como no vivimos en una película y no podemos pasar los créditos
antes del ¿Qué es lo que hemos hecho?
Quizá pararnos a pensar no nos sea rentable.
En caso de que tú, él o cualquiera este leyendo esto, que lo
dudo, andaréis con la duda de a dónde quiero llegar con este despropósito de
gracias, lo sientos y confesiones. Y os
diré la verdad, a ningún sitio. Hoy no vengo ni con argumentos ni con reproches.
Simplemente necesitaba explicarte que aunque sea otra
espalda la que aún aparece en mis sueños la tuya alimenta demasiado mi
imaginación. Quería contarte como están las cosas porque ahora mismo soy muy
Cherry Balance y aunque no sepas quien es tú te has convertido en el Dallas que
destruye mis convicciones.
En realidad todo esto es para advertirme que estoy en tu
cuerda floja, y que en cualquier momento mis dos neuronas hartas de extrañarle
pueden caer hacia el abismo. Para recordarme que pase lo que pase, cuando tú y
yo acabemos mal tendré mucho que agradecerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario